La
Doncella de Orleans, nacida en el seno de una familia campesina acomodada, fue
una heroína francesa que con sus escasos 18 años de edad, comando el ejército
francés de cinco mil hombres (1429), lucho contra los invasores ingleses y los
derroto. Juana de Arco (1412-1431) que
así era su nombre, no solo fue una heroína, sino que también se la considero
una santa por lo que fue beatificada en el año 1909 y canonizada en el año
1920, año en que Francia la proclamo su patrona (p., 175) (1)
Schiller (1759-1805), estreno su obra “La Doncella de
Orleans” en 1801, en ella imprimió en toda su magnitud el movimiento romántico de
la época, encarnado en su personaje principal Juana de Arco, en el que prima la
sensibilidad, la imaginación y las
pasiones (p.156) (1) por sobre la razón, es
decir la manifestación libre de sus impresiones personales con un amor
entrañable a la patria, su libertad y nacionalismo.
Juana
de Arco no perteneció a ningún partido o tendencia política, ella significó
para Francia un símbolo de amor; refiriéndose a ello, Nicolás Sarkozy afirma, que la dama de Domremy “es un símbolo
patriótico que significa el amor a la patria sin rechazo de los demás”, pero, ¿Qué
relación tiene la libertad con el sentimiento? Desde muy antiguo se pensó que
los sentimientos son los que determinan el grado de libertad y era esa la
preocupación de los griegos, el pensamiento oriental y muchas religiones de la
antigüedad. La libertad no es una condición sino un estado interior de la
persona, no es un punto de partida sino una conquista que cada día el hombre
debe realizar; por tal motivo, la libertad está relacionada con el sentimiento
y el sentimiento con la razón equilibrada. Aristóteles comparaba al hombre
arrastrado por la pasión con el que está dormido, loco o embriagado: son
estados que indican debilidad, no saber controlar las fuerzas que se apoderan
del individuo y que son extrañas a él, añadía, que hay sentimientos que
disminuyen nuestra libertad y sentimientos que las refuerzan (párr., 4,5) (2).
El
símbolo de amor y libertad – Juana de Arco - no podía terminar en la hoguera
como pretendían los que la acusaban de brujería, su final debía estar acorde
con el sentimiento patriótico libertario que originó el movimiento y así fue.
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